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Tener en la cabeza a alguien no significa necesariamente que le estés teniendo en cuenta. Vaya tontería, dirás, ¡pues claro que la tienes en cuenta!, o ¿acaso no estás pensando en ella?, ¿Qué haces entonces si no? Pues de esto, es de lo que quería hablar hoy. Me pregunto si a ti te pasa lo mismo que a muchos padres con los que trabajo, que se quejan de que sus hijos no les agradecen todo lo que hacen por ellos. Comentan lo frustrante que es estar siempre pensando en ellos, en cómo contentarles, en cómo agradarles, en cómo satisfacerles y encima no sólo no lo aprecian, sino que les molesta. La decepción es enorme, ¿verdad? ¿Sabes cuál es el problema? Pues que a veces confundimos pensar en alguien con tenerle en cuenta. Por ejemplo, a lo mejor tú crees que un buen padre es aquél que se sienta a hacer los deberes con sus hijos y piensas mucho en cómo ayudarlos, pero no se te ocurre preguntarles cómo quieren hacerlos. Entonces te sientas con la mejor de tus intenciones, pero no logras que te hagan caso. O a lo mejor cuando sales de compras, siempre ves algo para tu hija, imaginas lo guapa que va a estar, en qué ocasiones puede ponérselo, o incluso con qué peinado le iría mejor. Efectivamente piensas mucho en ella, pero no le preguntas si le gusta, con lo que cuando se lo muestras y no es de su estilo, no se lo quiere ni probar. Esto es muy frustrante para todos. Para ti y para ellos. El esfuerzo no ha servido para nada y es muy fácil que te sientas una gran decepción y enfado. Sí, mucho enfado, porque lo sientes como si te hubieran despreciado, porque tu intención era buena, porque sólo querías lo mejor para tus hijos, porque inviertes mucho tiempo en ellos, y la verdad, los resultados no son los que esperabas. Y encima, después, te sientes culpable por enfadarte tanto. Pues si te pasa esto, te aconsejo que cuando vayas a hacer algo por tus hijos te hagas siempre esta pregunta, ¿es lo que ellos necesitan o es lo que tú IMAGINAS que ellos necesitan? Este pequeño detalle marca una gran diferencia. En definitiva, es mucho más efectivo, realista y sencillo diferenciar quién eres y qué quieres tú, de lo qué quieren o necesitan los demás. Diferenciar lo que tu piensas, de lo que piensan ellos, y por supuesto respetarlo, es un verdadero ejercicio de generosidad. Eso sí que es pensar en ellos. Además, da resultado. Te lo aseguro. ¿Y sabes por qué? Porque cuando tú les respetas, ellos, sin que les tengas que decir nada, sin gastar ni una sola palabra, ellos te respetan a ti. Cuando ellos se sienten tenidos en cuenta, entonces pueden tenerte en cuenta a ti. Así de fácil. ¿No lo crees? Prueba a hacerlo. Ah, sí, se me olvidaba. Te estarás preguntando a cuento de qué viene el título de este post. Pues a que normalmente las personas que diferencian bien entre ellos mismos y los demás suelen acertar con los regalos, porque no compran lo que a ellos les gusta, sino lo que le gusta a la persona a la que van a regalar, y claro, ¡ni te imaginas la de disgustos que se evitan! ¿Eres de esos? ¡¿NO?! Entonces tenemos que hablar, porque puedes evitarte las discusiones por no acertar con los regalos, pero además, lo más importante, es que podrías aprender a diferenciarte de tus hijos y a conocerlos, de forma que tengas las herramientas para establecer relaciones con tus hijos sean fluidas y totalmente satisfactorias para ambos. Hablemos sin compromiso y te cuento cómo hacerlo.
Ángeles Barragán Galán
Psicóloga Clínica, Coach Familiar
y Orientadora Escolar.
angeles@angelesbarraganpsicologa.com
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