
No, claramente no, aunque creo que hay una idea sobre educación que impide a muchos padres a utilizar la empatía. Y es una pena porque la empatía es la mejor herramienta que existe para educar.
¿No lo crees?
Bien, imaginemos que tienes un niño de 15 meses aproximadamente y cuando te aproximas a él, te pega.
¿Cómo se le enseña a no pegar?
Es evidente que para muchos padres esto es una señal de alarma que implica intervención inmediata.
Seguro que si fuera tu caso podrías pensar cosas como:
¡Uy, tan pequeño y ya pegando! ¿Qué va a ser cuando sea mayor y tenga más fuerza?
No quiero que se vuelva un niño pegón y agresivo, que me llamen de la guardería porque pega.
A ver si no le van a querer luego invitar a cumpleaños porque pega.
¿Qué van a decir los abuelos, los tíos si le ven pegar?
A ver si se va a convertir en un niño agresivo y no va a tener amigos.
¡Esto hay que corregirlo de inmediato, no puede llegar así a la adolescencia podría pegarnos a nosotros!
Entonces, agobiada por toda esta serie de pensamientos proyectados al futuro, comienzas diciéndole que no te pegue y con suerte, esa vez, para.
Pero en breve lo vuelve a hacer, te da en la cara y esta vez te hace daño. Empiezas a preocuparte porque parece que no ha aprendido nada, y se lo vuelves a decir, pero con un tono mucho más enfadado “¡Que No se Pega!”
Sin embargo, no surte efecto. Al poco, vuelve a repetirlo y tu insistes en decirle que no se pega una y otra vez.
Cada vez que lo hace tu agobio y preocupación aumentan. Los fantasmas de tus temores aparecen. Empiezas a pensar que efectivamente tienes un niño agresivo y que hay que corregirlo de inmediato.
Tu enfado es cada vez mayor y te sientes mal con él. No sabes porqué pega, pero te duele y empieza a cansarte. Tu enfado por dentro es cada vez mayor y tu preocupación también. Tanto, que llegas a incluso a pegarle tú en la mano.
Él llora intensamente, y tú te sientes mal por dentro. No está bien visto en la educación utilizar el castigo físico, pero ya no sabes cómo corregirlo.
¡Qué situación tan difícil!, piensas. ¿Cómo se hace? Hay que corregirle, hay que educarle, pero ¿cómo?
Recuerdo siempre que todos mis profesores de matemáticas insistían en que era imposible resolver un problema, si antes no se había entendido bien la lección.
Seguro que dirían que antes de saber cómo resolver este problema habría que tener claras otras cuestiones y te preguntarían ¿sabes cuál es la razón de porqué pega, te has parado a pensar qué le pasa, está dentro de lo esperable para su edad, tiene madurez para aprender rápido a no hacerlo?
El agobio por educar hace que muchas veces nos saltemos el comprender y el ponernos en el lugar de nuestros hijos. Sin embargo, la empatía es la mejor brújula que tenemos como padres.
¿No crees qué si resolvemos lo que le inquieta a un niño, entonces ya no necesitaría pegar?
¿No es el pegar simplemente un indicativo de que le pasa algo?
¿Por qué no aplicamos esto a todas las situaciones que nos encontremos con nuestros hijos, tengan la edad que tengan?
Sí, a mi particularmente, me parece que entender "los temas", entender a nuestros hijos, es la mejor herramienta que tenemos para resolver los problemas, para educarlos.
¿Tú no?
Si estás de acuerdo conmigo, si quieres saber mucho más de lo que es una educación empática, de cómo entender y comprender las emociones de tus hijos, sean las que sean, y expresadas de la manera en la que puedan, si eres un padre, una madre interesada en que tus hijos crezcan sanos emocionalmente y si quieres crecer con ellos, si te das cuenta de que la comunicación con ellos está lejos de ser fácil, efectiva y satisfactoria, ¡hablemos!
Estoy deseando compartir contigo todo lo que sé sobre el mundo emocional de los niños y adolescentes y cómo establecer con ellos una comunicación efectiva y eficaz.
Ángeles Barragán Galán.
Psicóloga Clínica, Coach Familiar
y Orientadora Escolar

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