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Foto del escritorÁngeles Barragán Galán

Qué necesitas entender de ti misma cuando eres madre.


No me gusta decir que ser madre es difícil, pues me parece que es tener una visión muy pesimista. Tampoco me gusta negar la realidad, así es que hoy voy a hablar de las razones por las que creo que ser madre no es una tarea fácil. Bueno, madre o padre, porque de lo que voy a hablar es aplicable a ambos. Como ya he dicho otras veces, la falta de conocimientos sobre cómo son y cómo funcionan los niños, sobre cómo es su mundo emocional y las fases evolutivas por las que pasan, dificulta esta tarea, especialmente cuando estás interesado en que tus hijos crezcan sanos emocionalmente y quieres que desarrollen todo su potencial, pues no sabes cómo hacerlo. Pero hay otro aspecto al que me refiero cuando digo que no es fácil. Me refiero a la corriente de emociones que se activa casi desde el mismo momento en que comienzas a plantearte ser madre. Parte de esas emociones son consecuencia de que al tener un hijo se reactiva irremediablemente tu infancia. Tu hiio te conecta contigo cuando eras pequeña, con tu propia infancia, con sus luces y sus sombras, con lo aprendido y lo disfrutado, pero también con lo sufrido o con lo que no fue tan bien. Además, toda esta corriente emocional no sólo te afecta, sino que también puede poner en peligro la visión objetiva de tu hijo y puede empujarte a confundirle contigo. Pero, además, por si esto fuera poco, se reactiva la relación con tus padres, con el vínculo con ellos y con el tipo de educación que te han dado. Seguro que muchas veces pensaste que cuando fueras madre no ibas a repetir muchas de las cosas que no te gustaban de ellos. Pues para ello necesitas realizar todo un trabajo emocional de diferenciación de tus padres para lograr definir tu propio estilo educativo. Seguro que tus padres hicieron lo mejor que pudieron, pero es posible que no acertaran en muchas cosas. Por lo tanto, tienes que revivir lo vivido, e identificar aquello que te gustó de ellos, pero también lo que no te gustó, para poder diferenciarte de ellos y no repetirlo. Cuando esto es muy doloroso, este proceso puede generarte cierta turbulencia emocional. Es más, a veces este proceso es tan doloroso, que algunas personas prefieren no plantearse nada para no remover viejas heridas, y el proceso de diferenciación queda interrumpido. Lo más probable es que terminen repitiendo todo aquello de lo que se quejaban de sus padres y no logren establecer un modelo propio de maternidad. Recuerdo una entrevista con una madre de hijos preadolescentes que estaba desesperada porque era incapaz de “hacer comer” a su hija verduras. Le pregunté si tenía inconveniente en que las comiera en puré. Me dijo que de hecho era como las tomaba, pero que no se trataba de eso. Algo enfadada me dijo que en su casa ella siempre había obedecido a sus padres y había hecho lo que la mandaban. Añadió que su otro hijo la obedecía y siempre comía lo que ella ponía en la mesa. Insistía en pensar que el problema era su hija que no se atenía a las normas de la casa y que era una rebelde. En su casa la habían enseñado que los buenos padres son aquellos que consiguen que sus hijos sean obedientes y hagan lo que se espera de ellos. Esta madre, tremendamente preocupada y entregada a la educación de sus hijos se encontraba ante una situación que su propia experiencia no la permitía abordar. Nunca había expresado su opinión en casa y ahora no entendía por qué lo hacía su hija. Pero, además, al pensar que su hija tenía que hacer lo mismo que ella había hecho, le ocasionaba otro problema. Esta confusión entre ambas le hacía temer que su hija tuviera los mismos problemas de relación social que ella tuvo en su infancia. El trabajo de diferenciación que realizó con respecto a su hija y con respecto a sus progenitores ha sido fundamental para esta madre. Tener la oportunidad de pensar en estos aspectos le ha permitido resolver los puntos ciegos de su educación, y ha podido constatar cómo la maternidad puede ser una segunda oportunidad para crecer y desarrollarse como persona. Es mucho lo que se puede aprender de los hijos, seguramente mucho más de lo que ellos aprenden de nosotros. Lo que no cabe duda es de que ofrecen una oportunidad para crecer. Si a ti también te interesa crecer como madre, resolver los problemas de relación con tus padres y superar loas limitaciones que tuvo tu educación, porque quieres lo mejor para ti y para tus hijos, seguro que te gustaría saber cómo trabajo para lograrlo. Te informo, sin ningún compromiso. Agenda una llamada conmigo el día y la hora que mejor te convenga y hablamos. La llamada no tiene ningún coste, pero sólo es para aquellas personas realmente interesadas en formarse para desarrollarse y cambiar.

No olvides rellenar el FORMULARIO.

Te espero.

Ángeles Barragán Galán Psicóloga Clínica, Coach Familiar y Orientadora Escolar. Col. M-8939 www.angelesbarraganpsicologa.com

angeles@angelesbarraganpsicologa.com


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