Una de las cosas que más necesitan nuestros hijos para sentirse bien es que les aceptemos incondicionalmente.
¡Justo lo que más nos cuesta a nosotros como padres! Bueno, como padres y como seres humanos, porque aceptar la realidad es nuestra gran asignatura pendiente.
Estamos siempre queriendo cambiar a las personas que nos rodean, no nos es fácil aceptar a los demás como son.
Pero si los aceptáramos, si aprendiéramos simplemente a conocerlos, nos ahorraríamos muchísimos conflictos.
Con los hijos pasa igual.
¿Te has parado a pensar cuantas veces les decimos cómo tienen que ser, cómo tienen que comportarse, qué les tiene que gustar, como se tienen que peinar, como se tienen que vestir, con quién tienen que salir, quiénes tienen que ser sus amigos, qué es lo que tienen que estudiar…?
La educación entendida de esta manera puede convertirse en un verdadero calvario. Podemos terminar confundidos, exhaustos, agotados, frustrados, desanimados, sin entender por qué no resultan las pautas educativas, por qué no nos hacen caso, porqué siempre se oponen a lo que decimos, sintiéndonos los peores padres del mundo. O que nuestros hijos son injustos y unos desagradecidos. A veces preferimos estar trabajando, porque en casa la lucha es agotadora.
Creo que no nos damos cuenta de qué con las personas, con nuestros hijos, remamos muchas veces en sentidos opuestos.
Sí, nosotros intentando que sean de una manera que no son y ellos rebelándose en contra.
Lo peor, es que ni siquiera nos damos cuenta de que en realidad nuestro hijo no se está revelando contra nosotros, sino ¡en contra de ser quién no es!
¡Es que a veces creemos que nuestra labor como padres es enseñarles cómo han de ser y nos da un poco de vértigo simplemente aceptarles y tratar de conocerlos, como si eso fuera despreocuparnos de ellos!
Cuando uno conoce bien cuales son las funciones parentales, qué se espera de nosotros como padres, cómo son nuestros hijos, cuando uno aprende a entender la causa de las fricciones, los choques, las peleas, da igual la edad que tengan, cuando uno sabe lo que es lo mejor para que ellos crezcan y cuando sabemos comunicarnos con ellos, la educación es un camino enriquecedor par ellos, pero también para nosotros.
¡Quiero ayudarte a ello!
Sigue leyendo mis posts. El próximo ahondará en esto de la aceptación incondicional.
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