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La virtud está en el término medio. Lo dijo Aristóteles. Parece fácil y … ojalá lo fuera. Tener una buena medida de las cosas, nos facilitaría muchísimo la vida, y no digamos si se trata de la educación de los hijos. Educar no es nada fácil. Yo siempre lo digo, todo viene con libro de instrucciones excepto los hijos, justo dónde más falta hace. Y claro, sin libro de instrucciones, a ver cómo haces para educarlos y para que tengan límites, con tanto que se habla ahora de ellos. No eres la única. Habitualmente me encuentro con muchos padres que no saben bien cómo hacer y reconocen que terminan siempre oscilando entre dos extremos. Si, muy a pesar de Aristóteles. Quizás a ti también te pase lo mismo. Seguro no quieres que tus hijos sean unos niños consentidos y maleducados, y quieres, lógicamente que sean respetuosos y responsables, por lo que intentas ponerles límites permanentemente y aprovechas cualquier ocasión para corregirles, regañarles, o si procede castigarles. Seguro que has escuchado que a los niños hay que atarlos en corto desde que son pequeños porque si no pierdes el control sobre ellos y después ya no puedes hacer carrera de ellos. Y seguro que te preocupa muchísimo que te obedezcan y te hagan caso, especialmente cuando piensas en la adolescencia y los peligros que escuchas que conlleva. Así es que estás dispuesta a ser firme y aplicar la disciplina para que todo marche bien en tu casa, casi, casi, desde que empiezan a andar. “No, esto no se toca” “No, ahora te sientas en la silla” “No, no se grita y ahora te guardo tu muñeco por gritar.” ¿Y qué ocurre entonces? Pues que cuánto más los corriges, más rabietas cogen y más rebeldes se vuelven. Si, a veces, hasta te responden. Y claro pues más te enfadas tú y menos dispuesta estás a consentir que se salga con la suya. Pero normalmente, tu enfado no hace más que incrementar el llanto y los gritos. Entonces dudas, ya no sabes qué hacer. Muchas veces el follón que se arma termina por hacerte sentir culpable, porque además, siempre hay alguien al lado que parece condenar tu actitud con miradas reprobatorias. Eso aún te enfada más. ¿Cómo es posible que un mico te desobedezca y encima parezca que eres tú la que lo haces mal? Entonces sin saber muy bien cómo has de actuar y ante la presión de que tus métodos no funcionan, pasas a ser permisiva, sin quererlo, pero sin poder evitarlo, porque lo que no quieres es que haya una rabieta cada media hora. Y ahí, tampoco te sientes bien, porque es como si tuvieras prohibido decir nada, y parece que te tienes que aguantar con situaciones que no te gustan. Terminas con la sensación de qué si hablas, malo y si no hablas, peor. Así es que SÍ te gustaría encontrar el equilibrio a la hora de educar a tus hijos. ¡Ya podría Aristóteles, haber contado el secreto! En realidad simplemente hay que saber cómo son los niños, cómo es su cerebro y qué podemos esperar de ellos según la etapa evolutiva por la que estén pasando. Es verdad que sin saber esto, es tremendamente difícil dar con el punto medio. Te adelanto algo esencial. Para lograr cualquier cosa de tus hijos, lo que sea, da igual, los niños siempre necesitan sentirse tenidos en cuenta e importantes. Te digo poco y te digo mucho. Piénsalo. ¿O acaso eso no le ocurre a todo el mundo? Y piensa también sí querrías tener los conocimientos que te permitirían educar a tus hijos sin conflictos, ejercer de forma eficiente tú verdadera autoridad y alcanzar el término medio, para convertirte en el padre, en la madre que siempre has querido ser, alguien, ¡qué hasta el propio Aristóteles, envidiaría! ¿Sí? Pues hablemos de ello. Mándame un correo si quieres que te informe de cómo trabajo. Pero si lo prefieres, agenda una llamada conmigo en el día y la hora que mejor te venga y te cuento, sin compromiso, cómo trabajo con los padres que son ya ¡la envidia de Aristóteles! PINCHA AQUÍ PARA AGENDAR UNA LLAMADA Rellena también este formulario. Hasta pronto.
Ángeles Barragán Galán Psicóloga Clínica, Coach Familiar y Orientadora Escolar. Col. M-8939 www.angelesbarraganpsicologa.com